Desde que redescubrí a la muñeca Nancy, he estado buscando a mi rubita de ojos azules, nada especial, sólo quería que tuviera esa mirada tan dulce de las Nancys antiguas, si ya le tenía pensado hasta el nombre, Matilda se iba a llamar, y por más que la buscaba, no encontraba ninguna que me acabase de enamorar, ya sabeis, esa que al mirarla sabes que es la tuya.
Hasta había empezado a ahorrar un poquito cada mes para cuando llegase el momento, y mientras los demás se zampaban una gran trozo de tarta yo pensaba, Matilda, nosotras ya merendaremos juntas en casa algún día... No tenía ninguna prisa, e incluso muchas veces, me ponía a imaginar que mi pequeña muñeca estaría esperándome en algún sitio, sólo tenía que tener paciencia. Una noche en concreto, recuerdo que hacía calor y me costaba dormir, me puse a soñar despierta con que me la iba a encontrar, inventándome situaciones de como podría pasar, y como dice mi madre, a veces creer es crear.
Y así fue, tal cual: al día siguiente, dando un paseo al atardecer junto a mi hermana, me pareció ver una manita de Nancy entre un montón de chatarra y otros juguetes rotos, una pareja de chatarreros los habían ido recogiendo de la basura. Yo no podía dejar de mirar aquel carrito, estaba como hipnotizada, pero mi hermana no quería que me acercase a mirar, venga a reírse de mi trastomanía. Ya lo estábamos perdiendo de vista cuando algo dentro de mí me hizo desandar el camino y ponerme a rebuscar con los ojos que me hacían chiribitas...entonces vi su manita y el corazón empezó a latirme muy muy rápido, podía ser verdad? pues si, y así fue como encontré a mi Matilda, tan preciosa y tan sucia, la gitana dijo que valía 5 euros y yo un poco más y me la como a besos! Si me hubiera dicho 10 euros, ya no me la hubiese podido comprar.
Mirar esta es la Nancy de la que os hablo, con la ropita que traía, bien limpia toda ella:
Al cabo de unos días, pensé que mi muñeca debía tener otra historia, alguna personita la quiso alguna vez, y le puso un nombre y jugaron juntas, no siempre vivió en la basura, esta es la historia que probablemente me contó ella, otra noche mientras me iba quedando dormida, la historia de Matilda, tachan!:
"Recuerdo la primera vez que me regalaron. Yo había estado toda la noche esperando, emocionada y envuelta en un precioso papel dorado que no me dejaba ver nada. Eran esas horas tan lentas de un regalo sin abrir, para nosotros los juguetes, es un momento tan especial...
Algunos humanos lo saben, sean pequeños o grandes, porque ellos también nos esperan con mucha ilusión, jugar es algo que jamás se debería olvidar, es una manera de crear momentos hermosos, de los que te dan fuerzas para cuando las cosas se ponen serias.
Así que allí estaba yo, esperando, esperando y esperando y en mi cabecita ya comenzaba a jugar. No me cabía la dicha en el cuerpo, las cuerdas que me sujetaban se me clavaban en las ganas y casi me dejan marca. Estaba tan agradecida por haber sido escogida entre tantas, de poder cumplir mi misión y salir por fin de mi caja! Me preguntaba como sería el mundo, y como sería mi humano, si seríamos felices jugando, si me devolverían a la tienda o si me romperían demasiado pronto. En la fábrica escuchábamos muchas historias, terribles y amables leyendas sobre las niñas de las tijeras y los rotuladores, los plásticos defectuosos y los ojos rotos con la punta de un compás, pero también sobre personas que aun ancianas seguían rescatando y cuidando de las muñecas con todo el cariño del mundo, para disfrutar con ellas o dárselas a otros niños. Aunque todos los juguetes tenemos un poco de miedo, es mucho mayor la alegría, porqué es a esto a lo que estamos destinados, crear un tiempo de felicidad.
Y entonces llegó el momento.
La risa de los niños, alimento de las hadas y de las muñecas, inundó de cascabeles la habitación, y pronto noté como una luz entraba en mi caja. Era el sol tibio en una mañana de navidad, junto con el brillo en los ojos de una pequeña castaña, la más bonita del mundo, mi primera mamá, mi niña del alma.
Cuando me tuvo en sus brazos y me abrazó por primera vez, entendí todo lo que tiene que saber una muñeca en su vida. Porque todo lo que venga después, habrá merecido la pena. Me miró fijamente, me acarició el pelo y me dijo con voz de contar secretos: "te voy a llamar Matilda, te gusta verdad? a mi también! Que preciosa eres Matilda!-Y luego se fue corriendo a contarle a sus papás, " ¡¡¡Mirar mirar que buena he sido este año que los Reyes Magos me han traído la Nancy que yo quería, y vosotros sois los mejores pajes del mundo, ¿habéis visto que preciosa es !? Tengo que hacerle una cama con su cajita, y una mesa para comer, haremos los deberes del cole juntas,
¿ A que si Matilda? donde están mis lazos que tengo que peinarla bien...Anda si hay más paquetes! Oh tú también has sido muy buena, te han traído un vestidito, pero que bonita que te voy a poner!..."
¿ A que si Matilda? donde están mis lazos que tengo que peinarla bien...Anda si hay más paquetes! Oh tú también has sido muy buena, te han traído un vestidito, pero que bonita que te voy a poner!..."
Mi niña estaba tan emocionada como yo, me llevó a su habitación y me presentó a sus peluches y muñecas, creo que se sentía algo culpable por estar tan feliz con su muñeca nueva, y no quería dejarlos de lado, así que nos reunió a varios y se puso a leernos un cuento. Mediante este ritual quedó liberada, pues a pesar de su euforia, había hecho caso al resto de sus muñecos. Luego al oído me contó "Pero Matilda, tu eres mi preferida".
Después me peinó el pelo y lo adornó con una cinta, dijo que con mi vestido de lunares parecía una princesa, y supe que ya no se separaría de mí en mucho tiempo. Al caer la noche, me puso dentro de su cama, me abrazó y se quedó dormida, mientras yo lloraba muy quieta, como lloran las muñecas, lágrimas invisibles de pura felicidad."
Pero lo mejor que llegó con Matilda fué la oportunidad de conocer a Puri, una mujer tan maravillosa como sus historias de muñecas, ella también estubo buscando a la suya y también la encontró, la llamó Ana, y cuando la llevó a casa y le pusó su vestidito de lunares, un montón de recuerdos hermosos le hicieron entender porqué la buscaba. Yo no tengo ese vestido, el de pastora se llama, quería comprárselo pero caray que caros son! así que le he hecho uno parecido, mi versión, para que Matilda y Ana se diviertan jugando juntas en su mundo de las muñecas.
Matilda y yo le dedicamos su pequeña historia a todos los que han crecido sin olvidar el niño que llevamos dentro, ese que nos da fuerzas e ilusión para salir de lo peor, aun cuando hemos vivido momentos muy malos, como entre basura, dedicado a los que me recuerdan las cosas bonitas, como Purichi y su muñeca Ana. Un beso muy gordo a esas dos bellezas!!
Y a quién halla tenido la santa paciencia de leer hasta aquí, muchas gracias! procuraré no volver a escribir tanto rato...perdón